ACERCA DE

DESDE DENTRO DEL TALLER.
Vídeo promocional del Taller LAMM.




EXPOSICIÓN DIPUTACIÓN DE VALLADOLID.
Vídeo promocional del Taller LAMM durante el 50º aniversario de la Asociación Belenista Castellana, en el Palacio Pimentel. 



UN PASEO (BREVE) POR LA HISTORIA.

Para entender mejor estos Nacimientos, es preciso conocer un poco su historia y evolución.

Aunque representaciones del nacimiento de Jesucristo ya aparecen en el siglo III d.n.e., se supone que el precedente más directo fue la misa nocturna que celebró san Francisco de Asís en la cueva de Greccio en 1223, que se celebró sobre un pesebre, con presencia de animales; los franciscanos fueron los principales impulsores de esta práctica, que pronto se extendió por el orbe católico. Las figuras, posiblemente derivadas de la religión romana (los dioses lares y penates), dieron lugar a talleres, documentados a partir de finales del siglo XV en Francia, Alemania, España y Portugal, además de en Italia.

Particular arraigo tuvo esta tradición en Nápoles: allí hay documentado un presepe, o belén, en la iglesia de Santa Clara en una fecha tan remota como 1330. Las figuras, en principio de terracota o madera, fueron sustituidas en el siglo XVII por maniquíes articulados que se vestían con todo detalle con vestimentas populares de la región y la ciudad. Su tamaño, que en el siglo XVIII era el llamado terzina (entre 35 y 40 cm) descendió a principios del XIX hasta 15 o 20 cm, para hacerlo más asequible a las viviendas de clase media; a fines de este siglo se hicieron figuras de menor tamaño para, situarlas al fondo del presepe con un efecto de perspectiva y que evolucionaron hasta constituir una escuela particular, con tamaños de entre 10 y 3,5 cm (moschelle) e incluso 1,5 cm (micromoschelle). El paisaje reproduce la quebrada orografía de la Campania, incluyendo ruinas latinas, y las actividades de la región. Los antiguos belenes aristocráticos son hoy joyas de arte de las que se honran los mejores museos; el Museo Nacional de Escultura de Valladolid tiene uno.


Es esta tradición del  nacimiento napolitano la que Carlos III, cuando abandonó el reino de Nápoles, trajo a España, de donde, de la mano de los franciscanos, pasó a América. Las figuras españolas, aun conservando el espíritu de las napolitanas, están más influidas por la iconografía “orientalista” del barroco, a veces matizada por la dulzura de la escuela andaluza o la murciana de Salzillo.



ICONOGRAFÍA SOBRE EL PRESEPE NAPOLITANO.

Como en todas las tradiciones de la iconografía popular el presépe tiene una serie de convenciones que se repiten y que, paradójicamente, constituyen buena parte de su encanto. Algunas de ellas son las siguientes: 

La Sagrada Familia: se muestra alojada en una ruina clásica. Las excavaciones de Pompeya y Herculano, entre 1759 y 1788, introdujeron las ruinas entre los temas de las artes plásticas. Estas ruinas clásicas hacen también referencia al derrumbe del mundo pagano, que la figura de Jesús iba a abolir.

Los ángeles: su vestimenta y aspecto son los establecidos desde la época tardomedieval. En cualquier caso, las vestiduras de estos, así como las de la Sagrada Familia, al formar ambos parte del ámbito de lo sagrado, presentan unas características de intemporalidad bien establecidas por la tradición iconográfica y que contrastan con el resto de las figuras del presépe napolitano.

Los Reyes Magos y su cortejo: se trata de figuras vestidas al estilo otomano, de la manera un tanto fantasiosa que aparece en la pintura veneciana desde principios del XVI. Particularmente curiosa es la presencia de una banda musical, que quizá pretenda connotar la magnificencia de los cortejos de los embajadores otomanos de la época.

El paisaje: reproduce la orografía abrupta de la Campania (paisaje en escoglio “peñasco”).

La fuente: Es un elemento muy usado en la tradición popular. Según ésta la Anunciación la recibió la Virgen mientras iba a por agua.

El pastor dormido o benino: se supone que un Ángel le anuncia en sueños el nacimiento de Jesús.

Los mendigos: evocan en cierto modo a las ánimas del Purgatorio. Las limosnas a ellos son ofrendas a los muertos.

La taberna: sustituye a la posada. Se trata de un lugar en el que se canta y se baila, celebrando el nacimiento del Niño Dios.

El mercado: los presépes se complementan con figuras que constituyen un verdadero muestrario de los tipos humanos del reino de Nápoles: gentes del pueblo, como artesanos o lavanderas, comerciantes, todos ellos ataviados a la usanza del siglo XVIII y muchas veces en marcos que establecen con claridad su oficio.



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